HACE MUCHO, MUCHO TIEMPO, AQUÍ HABÍA VERANO...

Mediados de Julio y con purita resignación...

De esta guisa me he levantado hoy al abrir el ojo y ver que llovía... que llovía con intensidad...

Ni ganas de meter el pan de molde en la tostadora me han dado, justo hacerme el café y las primeras galletas que he pillado por banda, ahí han caído como campeonas...

Pero ¡oye! Ni tan mal el finde al final ¿no? Que ya nos ha dado como para un plan de merienda-cena el sábado y, forzando un poco la máquina, para un chapuzón el domingo por la mañana... Si es que no sé de qué nos quejamos...

Y en ésas estaba, cuando la nostalgia me ha atacado a traición: de repente el recuerdo de aquellos interminables días de playa con el bocata de tortilla (de patatas, por supuesto) se ha plantado delante de mis narices con tanta crueldad... que de la rabia que me ha dado ¡¡casi termino haciéndome las tostadas con mermelada!!

¿Os acordáis cuando del calor que hacía decidíamos darnos un baño y ya dentro del agua nos animábamos a ir hasta el gabarrón? Y esos diez minutos tomando el sol allí en mitad de la bahía que eran ¡de lo mejor que se ha inventado en esta vida! Y todavía nos quedaba la vuelta... el agua estaba tan buena... y llegabas por fin a la orilla, te sentías tan ligera que aunque sólo fuera por unos segundos sentías que para "top-model" tú y te dabas esa ducha heladora para quitar el salitre y volvías a la toalla, donde esos cinco primeros minutos tumbada eran el paraíso... Y al rato... ¡el bocata!

¿Es que alguien avisó de que eso se iba a terminar y no me enteré? Que mis hijos me van a mirar como a una marciana cuando les hable de aquellos días en los que iba a la  playa... ¡me bañaba, me secaba y me volvía a bañar! 

Pero, ¡atención! ¡Qué ven mis ojos! Como por sorpresa y contra todo pronóstico, ¡se abren claros! Rápido, todos por patas a hacer la fotosíntesis antes de que esos rayos de sol se conviertan en un espejismo de verano...

No sé si estoy preparada para esto...